Por Luis Alfredo Collado.- El transporte público de la ciudad de New York, se ha deteriorado de una forma nunca antes vista ni imaginada, hasta el punto que el gobernador del Estado Andrew Cuomo lo declaró en estado de emergencia en junio de este año. Los retrasos ya desesperan a los usuarios mientras la puntualidad y la eficiencia de antes ya pasaron a la historia.
La pésima calidad del servicio en parte ha beneficiado a la industria del transporte privado de pasajeros que ha visto incrementar sus ganancias y obviamente su frecuencia de viajes debido a que cuando se retrasa el tren la gente usa los taxis para llegar a tiempo al trabajo o a cualquier otro compromiso.
Diferencias que se han generado en medio de este progresivo deterioro entre el alcalde Bill De Blasio y el Gobernador Andrew Cuomo, no parecen conducir hacia una solución a corto plazo pero lo que si pueden, es tener un costo político en términos electorales.
Las evidentes deficiencias se han querido maquillar con aumentos en el costo de los pasajes y cosas ridículas como planear quitarle asientos a los trenes para hacer más espacio a los pasajeros, cuando en realidad lo que deben hacer es incrementar la frecuencia de los viajes y mejorar la puntualidad.
Aquí ya no se pueden hacer planes de viajes en trenes o autobuses, pues en cualquier línea y en cualquier momento podemos tropezarnos con un retraso o una suspensión maratónica del servicio.
Y hablamos del sistema de transporte ferroviario urbano, más grande de los Estados Unidos y uno de los más grandes del mundo, que mueve a más de cinco millones pasajeros diariamente, con 472 estaciones y un valor que supera los 3 mil millones de dólares.
Es difícil entender que en tanto tiempo no se haya logrado modernizar el servicio, que en la actualidad funciona con un obsoleto sistema de señales que tardará mucho tiempo para adecuarlo completamente a estos tiempos.
Se estima que el 75% de todas las líneas del tren operan con retrasos crónicos.
Mientras 5 líneas llegan tarde en más del 50% de los viajes. Solo 5 líneas de las 23 que tiene el tren funcionan con regularidad.
Se considera el tren 2 como el que más retrasos registra y el L el más puntual de todo el sistema.
El nivel de deterioro es tan preocupante que el promedio de retrasos mensuales se ha incrementado en más de un 230%, pasando de unos 20 mil reportes en el 2012, a más de 67 mil, en mayo de este 2017.
Fuente: Primera Plana Nueva York