La empresa suspendió a casi 2000 trabajadores por el coronavirus. La reducción de servicios y puestos de trabajo es la respuesta a las limitaciones presupuestales y recibe críticas de impulsores del sistema ferroviario y de políticos. Gane o pierda, el candidato presidencial demócrata puede terminar con el debate sobre el futuro de la compañía.
La reducción de la fuerza laboral representa casi el 10 % de los 20.000 trabajadores de Amtrak y comenzó a regir el 1 de octubre, comienzo del nuevo año fiscal. Ese mismo día, la mayoría de los trenes de larga distancia del país, que hasta ese momento operaban de manera diaria, pasaron a correr tres veces por semana. Solo continúa corriendo diariamente el Autotrain entre Lorton, Virginia (cerca de Washington) y Sanford, cerca de Orlando, en Florida. 1950 trabajadores sindicalizados y 100 empleados de los rangos gerenciales fueron suspendidos sin paga. Los recortes entre los trabajadores pueden incrementarse o reducirse en un 2 %.
Los críticos comentan que la compañía debe enfocarse menos en reducciones a su fuerza laboral y reducción de servicio y por otro lado asegurarse que su red opere de manera casi normal en un momento en que es visto como una alternativa atractiva al transporte aéreo. En algunas zonas de los Estados Unidos, Amtrak es el único medio de transporte público, comentan los defensores del modo ferroviario.
En un comunicado, Amtrak informó que la reducción de empleos era necesaria porque la empresa estaba experimentando “una lenta recuperación de pasajeros e ingresos” por la pandemia. Amtrak recibe fondos federales, pero es administrada de manera independiente. Desde marzo, la cantidad de pasajeros cayó un 95 %, y los ingresos proyectados para 2021 han disminuido un 50 %. En respuesta, el Congreso ha suministrado a la compañía cerca de mil millones en fondos de emergencia, pero Amtrak ha solicitado 1,4 mil millones adicionales ya que pronostica que los ingresos y cantidad de pasajeros va a continuar baja hasta 2021.
Los parlamentarios respondieron con escepticismo, preguntándose por qué Amtrak necesita reducir personal y servicios cuando ya había recibido casi mil millones en ayuda de emergencia. La solicitud de fondos adicionales se suma a los dos mil millones de presupuesto solicitado para el año fiscal 2021 (que va del 1 de octubre de 2020 al 30 de setiembre de 2021).
“Estamos sumamente preocupados por el plan de reducción”, escribió en una carta a Amtrak una coalición bipartita (demócratas y republicanos) de siete senadores. “Esta reducción de servicios no solo potencialmente reduce la utilidad de la red ferroviaria de pasajeros del país, si no que ignora también el intento del congreso de acelerar la recuperación económica después de la pandemia”.
Los críticos están particularmente preocupados por la reducción de los servicios de larga distancia, que se puso en práctica a partir del 1 de octubre, de diario a tres veces por semana en la mayoría de sus líneas de larga distancia. La reducción de servicios, argumentan, hacen a la empresa una opción menos confiable y atractiva para los pasajeros que dependen del ferrocarril. Los defensores señalan que las líneas de larga distancia en todo el país estaban recuperándose mejor que las más utilizadas antes de la pandemia, incluyendo las del Corredor Noreste, que se extiende entre Richmond, Washington, Nueva York y Boston.
Los pasajeros de los servicios de larga distancia bajaron un 62% en julio, en comparación con julio 2019, mientras que los pasajeros en las líneas mucho más cortas y que atraviesan más áreas urbanas se redujo más de un 80%, de acuerdo a un análisis de expertos en el sistema.
Otros señalan que en 2000 Amtrak declaró que intentos de reducir la frecuencia de los servicios de larga distancia “terminó costándole a la compañía más por la pérdida de ingresos que lo que fuimos capaces de ahorrar reduciendo los gastos” porque hay costos fijos que no pueden reducirse, aunque el servicio pase a prestarse tres días por semana.
Si la empresa no recibe más fondos de emergencia para diciembre, otros 2400 empleados pueden ser suspendidos y proyectos importantes en todo el país, enfrentaran atrasos. El Congreso no aprobó por el momento financiación adicional, a pesar de que hay apoyo de ambos partidos mayoritarios para Amtrak.
“La Amtrak que Joe Biden ama puede haber casi desaparecido cuando asuma”, comentó John Robert Smith, un antiguo miembro de la dirección de Amtrak. Cuando se consultó a la campaña de Biden sobre la posición del candidato en los recortes de personal y la reducción de servicio, no pudieron dar datos específicos. Pero Matt Hill, un portavoz de la campaña, dijo que el Sr. Biden ha sido “un viajero leal a Amtrak y defendió a sus trabajadores toda su carrera”.
Amtrak ha sido central en la identidad política y personal de Biden. En 1972, un mes antes de que fuese nombrado senador de Delaware, su primera esposa y su hija pequeña fallecieron en un accidente automovilístico. Entonces comenzó un ritual diario durante décadas tomando el tren entre Washington y Wilmington para cumplir una promesa de estar en casa con sus hijos todas las noches, ganándose el apodo de “Amtrak Joe”.
Como senador, siempre apoyó el financiamiento para Amtrak. Como candidato presidencial, se ha apoyado en su amor por la red ferroviaria para mostrar su imagen de hombre común a sus votantes.
En 1987, Biden lanzó su primera candidatura presidencial desde la cola de un tren de Amtrak. El mes pasado, el día después del primer debate con el Presidente Trump, Biden arrendó un tren de Amtrak para hablar con los votantes en Ohio y Pennsylvania denominándolo “Expreso para reconstruir mejor”.
Trabajadores actuales y jubilados de Amtrak han comentado que la conexión de Biden con el personal ferroviario durante sus más de 30 años como pasajero muestra su personalidad. “Cada empleado del coche cafetería del corredor lo conocía”, dijo Gregg Weaver, un guarda retirado de Amtrak que trabajó en la línea que utilizaba Biden, en una entrevista. “A él no le importaba si llevabas un portafolio o una caja con el almuerzo, él tenía tiempo para ti”.
Los partidarios de Amtrak reconocen que hay poco que un candidato presidencial puede hacer para impulsar la empresa ferroviaria y que cualquier ayuda financiera para la compañía debe venir de la Casa Blanca y el Congreso.
Pero argumentan que la campaña de Biden puede presionar a los líderes de Amtrak para hacer lo que varios políticos y defensores del sistema han pedido a la empresa que haga: solicitar al Congreso permiso para utilizar fondos destinados a proyectos para temporalmente salvar empleos y mantener el servicio. Amtrak tiene alrededor de 3,3 mil millones disponibles para uso para proyectos, según el reporte financiero de agosto. Expertos ferroviarios indican que al menos 1,4 mil millones de ese dinero puede ser redirigido para pagar salarios de los trabajadores y operaciones ferroviarias con una autorización legislativa.
Amtrak no es afín a utilizar esos fondos porque los directivos piensan que esa acción enlentecería proyectos que buscan mejorar la seguridad y confiabilidad del sistema ferroviario. Amtrak actualmente gasta entre 200 y 250 millones por mes para sustentar sus operaciones, según su jefe ejecutivo William J. Flynn. En agosto, la agencia obtuvo casi 127 millones en ingresos totales, según un análisis de sus informes financieros.
Durante la campaña, Biden no ha comentado respecto de la decisión de Amtrak de recortar empleos y reducir servicios. Pero en setiembre, dio su apoyo a los 2000 trabajadores suspendidos de Amtrak. “Es seguro decir que he llegado a conocer a los esforzados hombres y mujeres de Amtrak a lo largo de los años”, publicó Biden en Twitter. “Me enorgullezco de estar de su lado cuando enfrentan suspensiones debido a la falta de financiación”. “Es hora de apoyarlos”, añadió.
Flynn expresó en un comunicado que “atrasar los trabajos no es una opción” y que desviar los fondos destinados a inversiones para gastos operativos también resultaría en pérdida de empleos.
Parte de la resistencia de Amtrak a utilizar esos fondos es la incertidumbre anterior a las elecciones del 3 de noviembre. “Hay que hacer números”, dijo Jim Mathews, el jefe ejecutivo de la Asociación de Pasajeros Ferroviarios. “Una administración Biden y un senado controlado por los demócratas haría mucho más fácil restaurar ese financiamiento”.
Durante la administración Trump, el presupuesto de Amtrak ha estado repetidamente nominado para el recorte, pero el Congreso ha optado por mantenerlo más o menos siempre al mismo nivel. En febrero, la Casa Blanca propuso reducir su presupuesto a la mitad.
Biden ha declarado que su administración “iniciaría la segunda gran revolución ferroviaria” y que promovería la electrificación de todos los servicios de Amtrak.
John D. Porcari, que sirvió como secretario adjunto de transporte del presidente Obama y es integrante del grupo de trabajo sobre infraestructura de la campaña de Biden, dijo a la revista Político que la administración Biden buscaría no solo restaurar Amtrak si no expandirla, creando nuevos corredores de 400 millas que conecten ciudades pequeñas y medianas a donde las aerolíneas prestan servicios reducidos. Un plan así de ambicioso es similar a la visión de Amtrak para el 2050.
Los congresistas y promotores del transporte ferroviario indican que un plan para impulsar a Amtrak ha pasado por la Cámara de Representantes, pero le falta apoyo en el Senado. La INVEST Act incrementaría las inversiones en el transporte ferroviario en 60 mil millones en cinco años, con unos 29 mil millones específicamente para Amtrak.
El impulsor de esta legislación, el Representante Peter A. DeFazio, Demócrata de Oregón, confía en que, si Biden es electo, trabajará con el Congreso para darle a Amtrak un futuro robusto.
“Durante la administración Biden, las necesidades a corto y largo plazo de Amtrak finalmente van a verse contempladas”, expresó. “Por algo lo llaman “Amtrak Joe”.
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